viernes, 18 de mayo de 2012

La trampa del péndulo del poder

Leyendo algunos comentarios en las redes sociales, no puedo evitar hacer unas breves  consideraciones que no van, precisamente, en una dirección optimista sobre la fortaleza  del PSOE sino realista, siempre en función de las encuestas sociológicas y los datos electorales. Y la última del CIS, en el punto referido a la opinión de la ciudadanía sobre los políticos, me ratifica. Porque los recientes resultados en Asturias y Andalucía no han significado la recuperación del voto socialista y de la credibilidad ciudadana. Indican que hemos tocado suelo y que el PP empieza a acusar el desgaste porque ya no inspira confianza tras sus demostradas mentiras en campaña.

Han transcurrido mas de 100 días del Gobierno Rajoy y la calidad de la democracia no mejora. Ni siquiera se salva la metodología prepotente del PP en la toma de decisiones,  algo que tanto criticaba al ex-Presidente Zapatero. Además, el diálogo con la ciudadanía y la oposición brilla por su ausencia. De ahí mi insistencia en acertar con un modelo de oposición democrática para el PS que combine dos frentes de acción política :

-de un lado, la labor como oposición útil y constructiva, con alternativas reales y pedagogía en la comunicación con la ciudadanía, para controlar y dar respuesta a las decisiones del Gobierno de Rajoy. A la vez, se impone acercar a la calle el papel del Parlamento de Bruselas y relanzar iniciativas que abran camino a una reconstrucción cívica y solidaria de Europa de la mano de Hollande. Porque la idea y el crédito de Europa también han entrado en crisis.

-de otro, el trabajo de reflexión y debate en la organización socialista y en la sociedad española para ir construyendo, con la participación de agentes y movimientos sociales, un nuevo proyecto alternativo desde la izquierda dirigido a lograr una salida más justa y solidaria de la crisis, con el saneamiento de la administración y un nuevo orden en la economía con medidas de dimensión europea dirigidas a promover el crecimiento y la creación de empleo.

Como oposición, no podemos caer en la tentación de jugar sistemáticamente al desgaste del PP, porque los millones de parados de esta crisis no han perdido la memoria de nuestra presencia y papel en el gobierno hasta hace pocos meses y se merecen que actuemos con el mayor rigor y responsabilidad. Por cierto, lo sucedido en Grecia con el  castigo a los Partidos mayoritarios debe llevarnos a la reflexión.

Tampoco habría que caer en la trampa de creer que la teoría del péndulo de poder nos garantiza la próxima vuelta al gobierno por el simple juego de la alternancia. Incluso sin haber hecho los deberes con el conjunto de los Partidos Socialistas de Europa para intentar regular los mercados y sin poner sobre la mesa soluciones concretas para el saneamiento de la Banca, activar el sector paralizado de la vivienda, acabar con los desahucios salvajes, atacar el paro del 52% de los jóvenes o sin abordar la reforma fiscal y la reforma electoral pendientes. Rubalcaba y su equipo tienen una tarea apasionante por delante que sería reconocida.

En los dos anteriores escenarios, se entendería que en la labor de oposición del PSOE prima la ansiedad de volver al gobierno. Esas actitudes y las estrategias que les pudieran acompañar no nos permitirían ganar en credibilidad, ni superar la desconfianza, indignación y descrédito que la política y los políticos (me incluyo) despiertan en la ciudadanía. Necesitamos estar muy atentos a los acontecimientos para recuperar nuestra identidad en parte perdida.

En los próximos meses vamos a pasar por una doble prueba del algodón para dejar constancia de hasta donde puede llegar nuestra voluntad de "cambio de actitud" en la idea de profundizar el sistema democrático. Porque tendremos que debatir y tramitar la Ley de Financiación de los Partidos y la Ley de la Transparencia. Ahí es nada, dos leyes de contenido complejo y polémico con las que deberíamos superar actitudes y dinámicas erróneas y opacidades injustificables con el objetivo de mejorar, de manera sustancial, la calidad de la democracia en España. Y no podemos defraudar aprobando dos leyes que estén contaminadas.

Pero para avanzar en la buena dirección, cabría preguntarse: ¿Hemos sacado conclusiones sinceras de los resultados electorales obtenidos a lo largo de la crisis? ¿Somos conscientes de cómo se nos ve en la calle por una ciudadanía angustiada por la crisis y el paro, de lo que es reflejo las recientes encuestas de intención de voto de El País y el CIS, en las que el PP pierde apoyo por desgaste pero también refleja que se mantiene la desconfianza hacia la oposición Socialista? Yo pienso que si. En todo caso, apunto que el distanciamiento entre los políticos y la ciudadanía es anterior a la aparición de la crisis y se justifica por los casos de corrupción, los comportamientos irresponsables que interesa aflorar, la falta de diálogo y transparencia con los electores y la carencia de ideas para impulsar una democracia más participativa.

Así veo las cosas; con gran preocupación y algunas dudas. Pero constato que un claro posicionamiento del PSOE en la izquierda exige profundizar en la vía de la regeneración política y en la oferta de soluciones alternativas para devolver la confianza perdida a la sociedad española. Nuestra apuesta se llama : honestidad, transparencia y espíritu de transformación de esta sociedad, los mismos objetivos que le dan sentido al Partido Socialista de Pablo Iglesias tras 133 años de vida. Ahora bien, no podemos cometer más errores ante la avalancha de indignación y la magnitud de la tragedia que convierten a este País en una olla a presión, cada día más al limite.


Escrito por Odón Elorza: odonelorzag@gmail.com

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