domingo, 18 de noviembre de 2012

A buenas horas mangas verdes.

Juan Zubillaga. Bilbao
Leo en etimologias.dechile.net un comentario sobre el origen etimológico de la palabra desahucio:
“La palabra desahuciar es una formación romance con el prefijo des- (que procede del latíno dis-) y que indica inversión de una acción, y del arcaico verbo afuciar, formado con a- (del latín ad-) y el verbo latino, con su f ya aspirada, fiduciare (dar una confianza, avalar, garantizar). Desahuciar es pues quitar toda confianza, igual si lo aplicamos a un enfermo terminal (quitar toda confianza en la recuperación o salvación) que si despedimos a un arrendatario (se retira la confianza que en él se tenía y se produce el desahucio). La raíz es la del verbo latino fidere (tener confianza) y comparten raíz palabras como confiar, fiar, fidelidad, fianza, federal, etc.”
Si nos atenemos a la etimología no hay duda de que hay una pérdida de confianza en los partidos por parte de la ciudadanía según concluyen todas las encuestas. Podemos decir por tanto que, en puridad de sentido, los partidos políticos están desahuciados. Aunque nadie cree que les vayan a quitar las sedes.

La política presenta momentos muy hermosos. Es la política la que ha consolidado, al menos por un tiempo, derechos fundamentales que están en la raíz de la sociedad democrática. Muchas veces los políticos han impulsado grandes avances sociales y lo han hecho liderando a la sociedad para resolver un problema. Hace pocos días el Tribunal Constitucional declaró plenamente constitucional el matrimonio homosexual, recordándonos uno de los hechos positivos que ocurrieron durante los gobiernos Zapatero. La petición de legalización del matrimonio homosexual era una tendencia creciente dentro de la sociedad, pero no era ni mucho menos mayoritaria. Sin embargo el presidente Zapatero tuvo la suficiente visión como para arrostrar las críticas feroces de toda la carcundia. Hoy la votación del Constitucional ha dinamitado la tradicional división progres-conservadores con un contundente ocho a tres y la sentencia ha recibido el apoyo de sectores muy significativos del Partido Popular. Es el arte del buen político que identificando un deseo creciente de la gente lo impulsa y lo convierte en algo generalmente aceptado. Cuando esto ocurre no aumenta la desconfianza hacia los políticos, todo lo contrario.

El asunto de los desahucios es otra cara de la actividad política. El avance de la crisis se plasma gráficamente en el contraste entre las ayudas que recibían y reciben los bancos desahuciados, con la ejecución cruel de desahucios sobre personas sin medios económicas y ninguna perspectiva de poder tenerlos. Pues bien, aunque algunos miembros de los partidos con mayor respaldo electoral han hecho declaraciones sobre la necesidad de arreglar este problema, la verdad es que los partidos políticos como tales han permanecido en este tiempo impasibles como don Tancredo.

La indignación contra los desahucios que ya es hoy un terremoto social viene fraguándose desde hace un tiempo y ha crecido fundamentalmente a espaldas de la actividad política de las principales instituciones representativas. Empezaron los grupos de activistas vecinales, los de extrema-izquierda y los menos extremos, la iglesia de base, los programas de televisión de denuncia, los partidos pequeños, los alcaldes... Luego, la cosa fue a más, el drama de los suicidios, las encuestas que indicaban que el 90% de la población estaba muy preocupada por esto… Y, finalmente, hasta los jueces, la iglesia institucional e incluso algunos bancos (olvidémonos lo que tiene esto último de paripé) se fueron pronunciando antes de que los partidos mayoritarios abandonasen su mutismo.

¿Porqué los partidos han tenido este papel tan decepcionante? Una primera explicación reside en la particular relación que tienen con los bancos, es decir, el temor reverencial que muestran ante ellos y por supuesto las deudas que mantienen, algunas condonadas. Pero esto no me parece suficiente. Creo que hay al menos otra razón que reside en el propio funcionamiento de los partidos: me refiero a su pérdida de capacidad para enterarse de lo que pasa en la sociedad, a que están más centrados en otras facetas de la administración del poder como el reparto de puestos y la vigilancia mutua interna y externa. ¿Qué ha hecho que los dirigentes socialistas hayan esperado hasta hace muy poco tiempo para expresarse con contundencia sobre el tema? ¿Era prudencia? ¿Era interés? o ¿Era ceguera y desconexión? En cualquier caso, son bienvenidas sus rectificaciones, aunque sean tardías. El gobierno acaba de dictar un decreto sobre el tema y el partido socialista ha tenido el buen gusto de declararlo insuficiente.




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