lunes, 24 de diciembre de 2012

Los enemigos de la democracia están entre nosotros y nosotras

Óscar Rodríguez Vaz. Vitoria-Gasteiz


Página 14, segundo párrafo: "Para los antiguos griegos, los dioses castigan el orgullo de las personas que quieren ocupar su lugar y creen que pueden decidirlo todo. Para los cristianos, el hombre carga desde que nace con el pecado original, que limita seriamente sus aspiraciones. Los habitantes de los países democráticos modernos no creen necesariamente en los dioses ni en el pecado original, pero el papel de freno de sus aspiraciones lo desempeña la propia complejidad del tejido social y del régimen democrático, las múltiples exigencias que éste tiene que concilair y los intereses divergentes que intenta satisfacer. El primer enemigo de la democracia es la simplificación, que reduce lo plural a lo único y abre así el camino a la desmesura".

Este párrafo me enganchó a un ensayo que habla del pasado, muestra un compromiso con el presente, pero que sobre todo, en mi opinión, da una serie de pautas de lo que no debe ser el futuro. Y para evitar un futuro indeseable no debemos protegernos de fantasmas, de manos negras, del otro, del enemigo exterior. No, nuestros mayores peligros residen en nuestro interior, en nuestras pautas de conducta: en el mesianismo (sé cómo arreglar el mundo y lo voy a hacer como sea), en el ultraliberalismo (las penurias de los parias son daños colaterales por el bien de la economía) y el populismo y la xenofobia (crecimiento del nacionalismo excluyente).

A mí me gusta su tesis porque parte de la base de que nuestro destino no es más que la suma de las voluntades de todos y cada uno de nosotros y nosotras. Y me parece especialmente sugerente su idea de provocar una "primavera europea". Como depende de nuestra voluntad, ¿por qué esperar a Europa? ¿Y por qué esperar a España? ¿Qué tal si intentamos cambiar nuestro ámbito más cercano? Si lo que hacemos es bueno y se tiene que contagiar, ya se contagiará, ya!!!

Resumen de la presentación del libro en Madrid a cargo de Todorov pinchando aquí.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Pagas extraordinarias, unanimismos, iglesias, homenajes, bufones y moscas cojoneras

Imanol Zubero. Bilbao.

 
"La obediencia es el mecanismo sicológico que hace de eslabón entre la acción del individuo y el fin político. Es la argamasa que vincula los hombres a los sistemas de autoridad. Tanto hechos de la historia más reciente como la experiencia de la vida de cada día nos hacen pensar que para no pocas personas la obediencia puede ser una tendencia de comportamiento profundamente enraizada, más aún, un impulso poderosísimo que pasa por encima de la educación ética, de la simpatía y de la conducta moral". [Stanley Milgram, Obediencia a la autoridad. Un punto de vista experimental, Desclée de Brouwer, Bilbao 1980].

¿A nadie se le encendió una lucecita de alarma que advirtiera de lo impresentable que resulta el hecho de que altos cargos del Gobierno Vasco cobren la extra de Navidad con la que está cayendo, por más legal que ello resulte? Desde que esta mañana he leído la noticia no salgo de mi asombro. Ni de mi cabreo.

El ensimismamiento creciente es la característica más definitoria de la democracia representativa, tal y como se practica en la actualidad. Su expresión más grosera y burda la encontramos en esos políticos a los que
se les calienta el twitter y en esas políticas a las que les pierde su idiotismo moral.


Cualquiera puede tener un mal día, claro que sí, y meter la pata. Pero el problema no es ese, no se trata de un problema solo individual. El auténtico problema es el entorno de esas personas, que les ríe las gracias y les aplaude las ocurrencias. El problema es que no hay nadie en su entorno político que de inmediato les pare los pies, o la boca, o el twitter. Ese es el problema. Un problema que se hace más grande cuanto más poder acumula la persona que suelta el chiste burdo, que extiende el rumor maledicente, pero también que toma la decisión política equivocada o cuyas consecuencias resultan insoportablemente gravosas.
Y lo que en el caso de personajes de probada cortedad intelectual o moral se expresa en la forma de grosería y de ofensa, en otros casos se convierte en problema político de primer orden.

Cuando hace un año me encontré en la tesitura de tener que exponer ante el grupo parlamentario socialista las razones por las que no estaba dispuesto a apoyar la
reforma de la Constitución para establecer un límite al déficit público, solicité públicamente del entonces candidato a la presidencia del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, que en su equipo de colaboradores más cercanos incluyera, además de las y los inevitables cortesanos, un bufón. Me consta que a todos los presentes en aquella reunión mi solicitud les pareció una impertinencia. No era esa mi intención.


El bufón representa, al menos así lo entiendo yo, a ese personaje que está en la corte pero no es un cortesano, que se sienta junto al trono del rey pero que no aspira a ocuparlo, que le recuerda al gobernante su humana conditio.


Seguramente no era aquel el momento de hacerlo, pero lo que intentaba comunicar con aquella intervención era una convicción: que la manera en la que se recluta a los miembros que conforman los equipos que acompañan y aconsejan a los dirigentes políticos, primando sobre todo el coleguismo y la identificación plena, la lealtad entendida como comunión plena de opiniones y convicciones, es una tragedia para la acción política en estos tiempos en los que la incertidumbre exige más reflexión, más contraste, más deliberación y más atención crítica que nunca. A lo largo de los casi cuatro años que pasé en el Senado tuve ocasión de vivirlo personalmente.


La lealtad malentendida como unanimismo acrítico, como seguidismo de la decisión del líder, conforma ecosistemas políticos en los que la diversidad de opiniones, de experiencias y de percepciones desaparece por completo. Expresiones y consecuencias de este empobrecimiento opinativo y experiencial son los llamamientos a cerrar filas, la penosa práctica de "lavar los trapos sucios en casa", el control de la crítica mediante la selección del personal y la condena de la discrepancia.

Como cuando 
Otegi ensalzaba recientemente la figura de Txomin Zuloaga con estas palabras: "jamás se le oyó alzar la voz en los debates, ni explicitar sus críticas en público si con ello podía dañar a la izquierda abertzale y siempre se mantuvo en primera línea". Lo más preocupante, en este caso, es la manera en la que Otegi reescribe la historia de la izquierda abertzale, falseándola, y la del propio Txomin Ziluaga, al obviar el pequeño detalle de que este fue expulsado en 1988 precisamente por expresar públicamente sus críticas a ETA tras el atentado de Hipercor. Por cierto: en el año 2000, cuando supo que mi nombre había aparecido entre los papeles del comando Buruntza, Txomin, compañero en el departamento de Sociología de la UPV/EHU, me ofreció generosamente su apoyo y hasta su casa.

La sustitución de los debates por actos de propaganda, los
argumentarios reducidos a una retahila de consignas, la postergación de las voces discrepantes a la hora de conformar listas electorales o puestos de dirección, han convertido a los partidos políticos en auténticas iglesias, en el sentido que la Sociología de la religión da a este término: "una organización predominantemente conservadora, relativamente afirmadora del mundo, dominadora de masas y, por ello, tendiente en su mismo principio hacia la universalidad, es decir, a abarcarlo todo" [Ernst Troeltsch]. Iglesias que llevan consigo su forma de ser y de actuar cuando acceden a las instituciones del Estado.


Y por cierto que era eso, un acto litúrgico, pleno de alabanzas y aclamaciones al líder y a su capacidad de visión y de sufrimiento, a medias entre el providencialismo y lo martirial ("el pueblo español sabrá reconocer nuestro sacrificio"), lo que me parecía estar viendo aquella noche en la que decidí expresar públicamente, porque me parecía lo más normal del mundo hacerlo, mis discrepancias con una decisión que sigo considerando profundamente equivocada. Teología e incienso, mucho incienso.

Así pues, y volviendo al caso que motiva este comentario: ¿de verdad nadie reparó antes de llegar a esta situación -ya irreparable, incluso si se devuelve la extra cobrada- en las consecuencias de una noticia como la que hoy hemos conocido? ¿No había ningún bufón en el organigrama del Gobierno? Tendré que consultarlo. Por cierto: ¿y en el del nuevo Gobierno vasco?

jueves, 13 de diciembre de 2012

Contra la dimisión de los ciudadanos

Óscar Rodríguez Vaz. Vitoria-Gasteiz

¿A qué se debe el creciente divorcio entre ciudadanos y partidos? ¿Sobran políticos y faltan expertos? ¿Representan los políticos a quienes dicen representar? ¿Viviríamos mejor sin política? ¿Padecemos un exceso de burocracia? ¿Podrá internet resolver los males de la política democrática?

Son apenas seis de las decenas de preguntas se se tratan de responder en un ensayo (o en una serie de mini-ensayos) titulado "Política para apolíticos. Contra la dimisión de los ciudadanos", en el que la justificación inicial que hace Josep M. Vallés es especialmente sugestiva.

Algunas de las respuestas pueden causar una sensación decepcionante – “vaya, eso también se me había ocurrido a mí”, pensará el lector en más de una ocasión –, pero es que muchas veces se trata sencillamente de aplicar el sentido común en clave de progreso al conocimiento de la realidad socio-política que nos está tocando vivir. Eso hacen, a mi juicio, los diez profesores universitarios que escriben esta obra. Y eso sencillamente hace recomendable su lectura.

Pinchando aquí puedes encontrar el índice y el prólogo de Vallés que he mencionado.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Investigar por dignidad democrática

Odón Elorza. Donostia

Hoy se han recibido los 40.000 millones para sanear las entidades financieras españolas. Es un buen motivo para recordar, mientras Montoro divaga en la tribuna del Pleno de "control al Gobierno", que no existe una Comisión de INVESTIGACIÓN del Parlamento para depurar responsabilidades. Me parece una vergüenza que -por impedirlo el PP- el Congreso no pueda crear la Comisión de Investigación sobre el proceder de los responsables de todo tipo y color de Bancos y Cajas que han dejado agujeros negros no explicados y que venimos pagando entre todos. Bueno maticemos, entre los sectores más castigados por la crisis y las medidas de Rajoy y del PP.

La ciudadanía, los principios democráticos y la propia dignidad de las instituciones exigen la máxima transparencia para una cuestión que resulta clave por su incidencia en la crisis económico-financiera que sufrimos. Porque no se podrá pasar la página de la historia sobre la mala gestión bancaria sin una rigurosa investigación política, además de la obligada acción judicial.

Se me podrá acusar de ingenuo, como militante socialista, por insistir en esta exigencia democrática. Pero no cabe ninguna excusa para rechazar la creación de la Comisión investigadora sobre Caja Madrid-Bankia y las demás implicadas. Y menos aún la impresentable teoría del ventilador, salpique a quien salpique, porque no me importa quienes estuvieran al frente, dicho con claridad. Tampoco el hecho de que el PP cuente con mayoría absoluta y tratara de condicionar el funcionamiento y las conclusiones de la Comisión. Esas estrategias retratarían a sus autores.

Según pasa el tiempo y vamos conociendo más datos de supuestas ilegalidades y corruptelas en la gestión (provoca escándalo social la noticia reciente de las ayudas concedidas por Blesa en Bankia a Díaz Ferrán) más me irrita que el PP impidiera una investigación política que es una función básica e irrenunciable del Parlamento.

No podemos arriar esta bandera. Y como diputado socialista no estoy dispuesto a olvidar tanta irresponsabilidad y tanta sinvergüencería.

domingo, 9 de diciembre de 2012

PSOE, tú antes molabas


Otan de entrada no
5 de julio de 1985, la España recién salida de la transición, la que se recuerda en imágenes televisadas de baja calidad, aprueba la ley que despenaliza el aborto en función de una serie de supuestos a propuesta del PSOE.

25 años después, el 5 de julio otra vez, entra el vigor la ley de interrupción voluntaria del embarazo. La propone el PSOE.

OTAN SíAño 1986, 12 de marzo. Ese día se votaba un referéndum en España para ver si permanecíamos en la OTAN o no. Lo propone el gobierno del PSOE. La pregunta en concreto era: "¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación?". Ganó el Sí con un 52,5%.


3 de julio de 2005: Entra en vigor la ley que regula el matrimonio entre personas del mismo sexo. La ley fue propuesta por el gobierno del PSOE.

30 de noviembre de 2006: Se aprueba en el Congreso de los Diputados la ley de Dependencia, o como se debería llamar, la ley de autonomía personal, que pretende beneficiar a los 2 millones de ciudadanos españoles que tiene algún grado de dependencia.

Y no hay que olvidarse de la implementación de la sanidad pública (no fue Franco, no), de la posición ante el divorcio, de la educación para todos hasta la universidad, de las pensiones, de la europeización de España... ¿Qué queda de esa actitud del PSOE que le hacía ser vanguardia en lo político y en lo social?

¿Qué pasó en el PSOE desde que estalló la crisis?

A lo largo de los años se han ido asumiendo dos premisas:
  1. que el PSOE es un partido con vocación de gobierno y
  2. que las elecciones se ganan en el centro político.
Pero ambas dos premisas ya no son válidas: por una lado, el PSOE tiene la menor representación institucional de la historia; y por otro lado la derecha arrasa con un discurso populista (véase Galicia, Valencia, Madrid, Euskadi, Cataluña, etcétera, etcétera).

Con esas premisas invalidadas es donde entra la "reflexión profunda" que se ha proclamado desde todas las ejecutivas socialistas que se han dado un batacazo.

¿Y ahora qué?

Sin lugar a dudas, es hora de debatir a calzón quitado, empezando desde cero, sin vergüenzas ni complejos, y sacar adelante cuanto antes las decisiones que salgan de ese debate. No es una refundación, ni una pelea de gallos, ni un funeral con camisas rasgadas y lágrimas de cocodrilo. Pero sí es necesario determinar cómo convertimos al PSOE en un partido útil para toda la sociedad. No me refiero sólo a los mecanismos que permitan a la sociedad participar en el Partido (modelo de Partido), sino también qué políticas propone el Partido.

Lo digo porque la socialdemocracia ha sido cómplice de la situación actual, de esta estafa que estamos viviendo. Me refiero a la socialdemocracia europea en general y al PSOE en particular. Me temo que hay que decirlo así como suena; y me importa poco si esa complicidad se debe en mayor medida a la acción o a la omisión. Es triste reconocer que hasta hace pocos años reíamos las gracias negábamos la crisis y minimizábamos los recortes de Zapatero. Llegamos a argumentar que todo eso era necesario: al fin y al cabo "el sistema es así", decíamos (como dice la derecha ahora); y todos acabamos mirando para otro lado.

Por ejemplo, nos decían que había que privatizar compañías eléctricas, y tragamos. Que había que reformar la universidad, y lo hicimos. Incluso nos creímos desde el principio que para mejorar la educación pública, teníamos que inventarnos la educación concertada. Que había que abrir el comercio en festivos para fomentar el turismo y lo apoyamos; hasta queríamos entrar en el consejo de los cajasbancos aunque estos perdieran la obra social... Por no hablar de apoyar los presupuestos de las instituciones que gobernaba la derecha, por responsabilidad... ¡Joder, se me atraganta tanta responsabilidad! En fin, mejor no sigo porque hay mil ejemplos.

Los socialistas nos acabamos creyendo que el "laissez faire", ese que parecía que no iba con nosotros, el de la globalización, el que iba poco a poco, al que sólo se le oponían los perroflautas antisistema, era bueno y sobre todo necesario. Todo iba bien: el españolito medio miraba hacia arriba y se creía que podía llegar a ser alguien porque se iba de vacaciones (al menos una vez al año), tenía un coche, dos televisores, un ordenador y salía a cenar todos los sábados que le daba la gana. En definitiva había asimilado el ocio con el consumo. Y el problema era precisamente ese: que dejamos de ver obreros, para pasar a ver consumidores. Pasamos de preocuparnos de los currelas a preocuparnos por los que "generan empleo", es decir, los grandes empresarios y otras élites que se escapan del control democrático.

Y cuando lo malo del sistema se nos ha venido encima, estamos en fuera de juego. Porque el sistema con el que hemos querido jugar, es así. No hay ni trampa ni cartón. No hay más... Pero la pregunta es: ¿Nos atrevemos a cambiarlo? Si no nos atrevemos, nunca dejarán de vernos así:
Trazas de socialismo en el PSOE
(Fuente: Público.es)
¡Normal que cada vez seamos más los que nos declaramos en rebeldía respecto de este sistema!

En fin... esto no es un mea culpa (aunque estoy convencido que hay que enmendar), ni una llamada al marxismo que abandonamos los socialistas el año 74 en Suresnes, ni  a la reformulación de terceras vías de distinto pelaje... Pero hay mucho que debatir para volver a ser vanguardia.

martes, 4 de diciembre de 2012

La regeneración del socialismo alavés

Juan Carlos Alonso. Vitoria-Gasteiz

Creemos firmemente que es precisa una regeneración del PSE-EE de Álava que recupere e incorpore los valores fundamentales del socialismo, adaptados a nuestra realidad actual: las personas como prioridad, el trabajo, la honestidad y la austeridad, la transparencia, el debate crítico, y la participación. Nuestro principal afán de cara al próximo Congreso del socialismo alavés es el de definir una nueva forma de trabajar, pegada a ras de suelo, próxima a la gente, en la que la cercanía y la inmediatez sean nuestras señas de identidad.

Reivindicamos la cohesión del PSE de Álava. Pero ésta debe ser fruto de un proceso de suma de ilusiones, de discusión de ideas, de aportación de propuestas. El Partido Socialista no es un mero repetidor de consignas, sino una fábrica de pensamiento. Y, consecuentemente, no vestimos uniforme ni pensamos de forma clónica, ni consumimos ideas enlatadas o precocinadas. Hay diferentes culturas y diferentes opiniones; un mestizaje de orígenes e ideas que nos hace mejores y que aporta matices que enriquecen el proyecto en su conjunto.

Defendemos la pluralidad, hacia dentro y hacia fuera. Y esa es nuestra grandeza. Por tanto, uniformidad, consignas o adhesiones inquebrantables son conceptos extraños a la socialdemocracia; porque el disenso, la discrepancia y el debate no constituyen ruptura ni deslealtad alguna. La crítica, y la autocrítica fundamentalmente, son inherentes a la izquierda.

En ese sentido, apostamos por un desarrollo del proceso congresual en Álava en plena libertad, obedeciendo a nuestra tradición histórica, con contraste de ideas y de formas de hacer. Por eso, los nombres no son nuestra prioridad principal. Lo importante es el modelo, una nueva forma de hacer política en que todas y todos somos necesarios. El próximo proceso congresual debe servirnos para comprometernos en la búsqueda de nuevas ideas en torno a las que redefinir un proyecto de hondo calado progresista. Este es nuestro impulso.

Necesitamos interpretar adecuadamente una nueva realidad, junto con las causas de la desafección de la ciudadanía hacia la política. Analizar por qué la gente que nos apoyó en el pasado no encuentra hoy razones para revalidar su confianza. Ahora toca. Nuestra opción, por tanto, es una propuesta de regeneración, con objetivos relevantes como los de rearmar, resetear o refundar, si se prefiere, el socialismo alavés, devolviéndole la utilidad a la política para dar respuesta a los problemas de la gente. Se trata, sin duda, de la legítima aspiración de convertir la indignación en acción política, a través de propuestas construidas de la mano de la gente en torno al socialismo alavés.

En mi opinión, el socialismo debe diseñar la pista de aterrizaje de los progresistas alaveses. Y para ello es inaplazable abrir el partido y modernizarlo sin complejos. Para ello debemos incorporar con naturalidad mecanismos de primarias, listas desbloqueadas o listas abiertas, nuevos modos más directos de elección de nuestros representantes, tanto orgánicos como institucionales, que hagan posible y creíble un proyecto compartido para la izquierda alavesa.

Para ello es básico depositar la confianza en militantes y simpatizantes, habilitando mecanismos de participación efectivos. Ecologistas, izquierdas huérfanas, vasquistas, republicanos, en fin, todos aquellos empeñados en convertir la indignación en acción política y recuperar la utilidad de la política. Nuestro secretario general ha dicho que nuestro viejo partido se ha vuelto un partido viejo y los congresos son la ocasión de renovarlo, de modernizarlo, de revitalizarlo, de regenerarlo para recuperar la interlocución permanente con la sociedad. Interlocución con quienes padecen los efectos de la crisis. Con los que hoy son los parias de la tierra, los licenciados mileuristas, los universitarios sin opciones, los indignados, los pequeños empresarios y autónomos, los jóvenes que se quedan en la cuneta, los que emigran sin saber si regresarán. Los cooperantes y los dependientes. Quienes aguardan un desahucio o un ERE. Con los más de 27.000 parados alaveses.

Nos aguarda una tarea titánica, pero apasionante. Y eso se hace abriendo de abajo a arriba el partido; sin miedos, sin complejos. Si somos capaces de llevar el socialismo a pie de calle, de estar con la gente y de escucharla, de abrir el partido a la sociedad, recuperaremos la utilidad de la política. En Álava el socialismo está vivo. Y los socialistas estamos dispuestos a impulsar una regeneración que nos haga acreedores a la confianza de los ciudadanos y ciudadanas alaveses. Confiamos en estar a la altura.
 

(Artículo publicado en El País - País Vasco el 3 de diciembre de 2012).